domingo, 3 de octubre de 2010

Muertos.

Y aunque debería estar enfrascada en la lectura de lo que será mi examen del lunes, me permito cierta intertextualidad entre lo que sucede en el texto y lo que sucede en mi mente.
Cosas tan simples como entrar a un lugar y encontrarte a la ex del amigo de tu ex. Pocas cosas tan estúpidamente redundantes como dos ex ajenas que se encuentran.
Ambas nos miramos y por un rato no sabemos qué hacer. Odiamos un poco la mirada de la otra y el recuerdo que súbitamente, en una mañana del Septiembre más Julio de la historia del clima marplatense, la otra nos viene a vomitar involuntariamente en el centro del pecho.
Un saludo casi obligado por encima de las medialunas sobre las que ella trabaja, y un olvidarme de repente qué carajo hago ahí. Un preguntarme a mí misma cuando llegará la pregunta fatídica, y comprobar al instante que no se hace esperar.
Y sorprenderme.
Admirarme de poder escucharme a mi misma asumiendo esta realidad que hace casi 8 meses me viene consumiendo todo lo bueno que creí ser, y encontrarme entera después de formular las palabras que se vienen gestando dentro mío como un mantra ineludible.
-"Si, nos peleamos"
Entonces no se bién qué descubrir del otro lado.
Sería muy estúpido de mi parte suponer que fue una mirada de satisfacción, no..fue más bién de comprensión. Pero más allá de toda identificación posible, ella me tira la frase que me dejará pensando por un buen tiempo, asomando su cabecita por encima de la bandeja de muffins.
-"Con el tiempo te vas a dar cuenta de que es lo mejor que te podría haber pasado. A veces las personas no son como uno cree. Pensás que lo conociste, que sabés todo de él. Pero eso no es real."
Y entonces lo comprendo todo. 
Como una epifanía adornada con los bocados de chocolate que ella agrega al café del señor, finalmente entiendo y determino que no sólo desapareció la persona que yo fui cuando estaba con él. También quien fue él cuando estaba conmigo, murió.
Mientras el escalofrío me sube por la nuca, ella me sonríe y cambiamos de tema, pero ¿cómo puedo mantener una conversación normal después de semejante descubrimiento?
Ahora sé que es mucho peor. Ya no es él el que no me responde los mensajes, el que desapareció de mi vida para siempre, el que se abrió de la manera más patética y cobarde.Ese es otro.
Esa persona, la que yo extraño, la que en algún lugar de mi sigo amando y necesitando, está muerta.
Y lo irónico, o lo dolorosamente idiota e intransferible que tiene esta sensación de sentir lo que no está, o de vivir lo que está muerto, es lo que sigue alimentando esta ilusión de sentimiento. Es lo que une a dos muertos que se miran y no comprenden qué les pasó. Y es la única relación posible entre dos vivos que se amaron pero que ya no se conocen.
Nos une la muerte de lo que alguna vez fue sostén de todas nuestras vidas. Nos une lo oscuro, lo frío, lo irracional e ilógico del silencio cuando todo lo que se necesitaba era una explicación. Hoy nos separa lo mismo que nos une.
Y mientras mi muerto ya ni me recuerda, yo dejo caer la última rosa sobre este cajón. Aún sin estar segura de quién de los dos está dentro.