miércoles, 6 de enero de 2010

20.000 leguas de viaje en colectivo

El señor de bombacha de gaucho marrón y camisa violeta atraviesa el pasillo determinado por dos filas de asientos. Lo veo transpirado. Cuando pasa a mi lado percibo el olor prácticamente insoportable y confirmo mis sospechas...el hijo de puta hace días que no se baña.
Ya me había olvidado las cosas que suceden en un colectivo de larga distancia. O quizás hacía tiempo que no me tocaban todas juntas en el mismo viaje.
Una señora en diagonal a mi, hasta ahora, no dejó de maquillarse y mirarse al espejo un momento. Me dan bronca esas mujeres. Y lo digo de verdad, sin rencores ni envidia eh?. Sólo que no entiendo por qué carajo ciertas féminas necesitan controlarse el maquillaje a cada rato, ir al baño de a dos y retocarse..etc, etc.
Será que yo no tengo esos hábitos. O sea, si, voy al baño, pero generalmente puedo hacerlo muy bien solita, y he llegado a notar que involuntariamente pongo cara de asco cuando en una mesa en la cual estoy, se levanta alguna dama con cara de felicidad, y con tono de propaganda intimista para generar complicidad, me pregunta: Voy al baño, ¿vamos?. Y si, eso me molesta demasiado, porque se que en el fondo no esta queriendo preguntarme eso. Todo lo que quiere es que yo diga que si, para no hacerla quedar en ridículo, y de esa forma introducirme de manera casual al clan de mujeres que van al baño de a dos. Entonces por esa razón, y sólo por esa, aunque explote mi vejiga le digo que no mientras tomo otro sorbo de lo que esté bebiendo, para reafirmar mi postura.





No necesito darme vuelta para saber que detrás mío hay una pareja de ancianos. Todo venía tranquilo hasta el momento en que ella dice: "¿Querés tomar mate ahora?.
Y bueno..para qué...es cosa de un instante nomás, un abrir y cerrar de ojos, para comenzar a escuchar los ruidos a bolsa, plástico, galletitas, migas (si, ruido a migas, si)...y de esa forma vivir a traves de los sonidos que provenían detrás de mi, toda una situación campestre en medio del colectivo.
Me veo distraída en ese momento por la chica que tengo en el asiento de adelante, quien felizmente recuerda que no le gustaba el ringtone de su celular, y a modo de consulta masiva (porque sino qué sentido tiene, no?) comienza a hacernos escuchar los 145 tonos posibles de llamada que posee su teléfono móvil.
Al mismo tiempo dos nigerianos discuten acaloradamente algo que por más que me esfuerzo no llego a comprender. Porque no hablo nigeriano.
Aquí el registro de los hechos se vuelve difuso, confuso, perdido..comprendo que me estoy quedando dormida. Miro el reloj, claro, si sólo falta una hora para llegar a destino. Por supuesto, el mejor momento para dormirme.

2 comentarios:

  1. Muy real, amiga mía, muy honesto y sin caretas.
    Debo decirte que me he identificado con este tipo de análisis, después de todo, al parecer este escenario es común en todas partes, y lo has dejado plasmado de forma muy elocuente.
    Te mando un abrazo!

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